Por Eneida Jiménez:
Podemos pensar que estar aquí en el ahora, no significa nada y de pronto comienzas a darte cuenta que existen mil maneras de interpretar la forma en que ves el mundo, así es la filosofía, existe en nuestra vida diaria, nos formula preguntas y nos crea espacios, tiempos, mundos alternos.
En ocasiones podemos pensar que la existencia no se medita, que vivimos en una temporalidad y que no existe nada más, no hay un devenir, hoy Sartre me puso a pensar estando en un café, si tan sólo viéramos el millón de posibilidades muertas que hay en nuestra existencia cada minuto, cada segundo; la decisión de nuestros actos conforme a una moralidad social o personal mata acciones fantasma que no sucederán jamás, y somos nosotros los responsables de nuestros actos.
La libertad de elegir hacer o no las cosas, para Sartre corresponde un acto de libertad responsable con tu persona y con el bienestar común, claro, bajo un criterio personal. Al darte la libertad de elegir no dicta normas morales que correspondan a la medición de tus actos como tal, a diferencia de Nietzsche.
La filosofía está en la vida cotidiana, asesinamos las posibilidades alternas a nuestros actos cada que una decisión es tomada, cada que elegimos libremente. Observamos nuestra propia moral en el otro, como lo expresa en su texto “A puerta cerrada”; en el cual cada uno de los personajes se ve reflejado como espejo moralista en los demás, en las acciones y decisiones que les hicieron bien, mismas de las que no se arrepienten. A eso se refiere Sartre, llegar al infierno por su propia libertad, por su decisión de matar, por su capacidad de acción y su responsabilidad en el acto, por la aceptación del daño ajeno pero la libertad en el propio ser, actúa conforme a una moral propia en la que finalmente descubren no hay escapatoria.
Existen expresiones que nos permiten descifrar lo que nos rodea, podemos contemplar cada espacio que tenemos, cada poro que sentimos y detenerse a admirar lo invisible es lo que hace la diferencia en cada día, tenemos esa fracción de libertad que nos permite dar cada paso, que nos levanta cada mañana y que nos deja aprovechar todo un día. Utilicemos esa libertad como impulso, como un ala de energía que nos deje sin aliento al final del día, que la moral no perjudique a terceros y que la responsabilidad del acto, sépanlo, no cambia el daño; aceptemos cada temporalidad en su rango y funjamos como seres racionales en la vida, obtengamos la libertad de Sartre, pero sin olvidar que estamos rodeados de seres igualmente libres.
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