viernes, 13 de junio de 2014

Rellena mis espacios vacíos

Tal vez Galileo me entienda, es que yo era un péndulo que iba y venía entre mi Mesías y mi Revolucionario, ansioso de ir a cada uno de los lados para regresar al otro sin intención de traicionar a ninguno. Tómalo como quieras, porque la existencia de estos dos entes, de mi sístole y diástole, son tan ciertos como Don Quijote, el Che Guevara, como tú y como yo. ¿Cómo saber?, porque tenemos la palabra escrita, pero lo que no sé es si yo la escribo o si tú imaginas que yo la escribo para que tú la leas. Einstein se burlaba también de esto cuando convirtió en teoría eso de la relatividad. 

La verdad es que no quería dejar a ninguno de los dos, ¿cómo hago para que me entiendas?, es como si comenzaras a hacerme el amor mientras escribo esto, ¿cómo decidirse por uno, o peor, cómo despreciar a uno, si las dos son necesidades tan sentidas y urgentes, inaplazables? ¿Ya vas comprendiendo lo angustioso de mi situación? Imagínalo, una escena única e irrepetible, una burbuja, una frase entre paréntesis, este aislamiento del mundo que se convierte en un mundo mismo, esta línea que dejó de ser línea para convertirse en punto.

            Así que no dejes de leerme, sígueme leyendo, porque conforme vislumbro a Rocinante, al Granma, a la tinta con la que te escribo y a tus ojos recubriendo mis palabras, me voy dando cuenta que alguien te imagina para que me inventes escribiendo esto y lo leas, y entonces seas real, y entonces yo sea real, y mis dos amores también. Por eso sígueme leyendo, no te detengas, porque si paras, nos quitarás el sentido de realidad y no seremos nada y no habrá nada; ni péndulo, ni Mesías, ni Revolucionario. Incluso este minúsculo punto creado desaparecerá y ello implicará que habré fracasado, porque querrá decir que perdí a mis dos amores. ¿Te dije que escribí esto para sentirlos al menos otro segundo? 


Lilia Ávalos

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