La
verdad es que no quería dejar a ninguno de los dos, ¿cómo hago para que me
entiendas?, es como si comenzaras a hacerme el amor mientras escribo esto,
¿cómo decidirse por uno, o peor, cómo despreciar a uno, si las dos son
necesidades tan sentidas y urgentes, inaplazables? ¿Ya vas comprendiendo lo angustioso
de mi situación? Imagínalo, una escena única e irrepetible, una burbuja, una
frase entre paréntesis, este aislamiento del mundo que se convierte en un mundo
mismo, esta línea que dejó de ser línea para convertirse en punto.
Así que no dejes de leerme, sígueme
leyendo, porque conforme vislumbro a Rocinante, al Granma, a la tinta con la
que te escribo y a tus ojos recubriendo mis palabras, me voy dando cuenta que
alguien te imagina para que me inventes escribiendo esto y lo leas, y entonces
seas real, y entonces yo sea real, y mis dos amores también. Por eso sígueme
leyendo, no te detengas, porque si paras, nos quitarás el sentido de realidad y
no seremos nada y no habrá nada; ni péndulo, ni Mesías, ni Revolucionario.
Incluso este minúsculo punto creado desaparecerá y ello implicará que habré fracasado,
porque querrá decir que perdí a mis dos amores. ¿Te dije que escribí esto para
sentirlos al menos otro segundo?
Lilia Ávalos
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