miércoles, 30 de julio de 2014

Una puerta al imaginario, es lo que propuso la Compañía Nacional de Ecuador en el Lila López


In memoriam de Aurora Agüeria y Eduardo López Lemus

Por: Roberto A. Valenciano  Capín

Una puerta como pensar en este desdoblamiento de la corporeidad  en su propio imaginario. Con esta premisa nos remite a este transitar por este lado paralelismo del estar, es lo que ofreció la Compañía Nacional de Ecuador  bajo la dirección de la Mtra. María Luisa González dentro del XXXIV Festival Internacional de Danza Contemporánea Lila López.
 
 “Una puerta” se convierte en el símbolo de entrada y salida por donde el ser humano enfrenta situaciones, emociones y mundos paralelos… “Una puerta abierta a la imaginación”.
Una  interesante obra de este joven coreógrafo cubano, Jorge  Alcolea. A través de viñetas nos va remitiendo a las diferentes forma de abrirse a estas sensaciones e insinuaciones provocadas e incididas a partir de esta apertura a estos dos territorios de manera simultánea, uno dominado por lo visible y otro por la virtualidad de los sueños y emociones, al desplegarse y por lo tanto también replegarse esta exploración de  esta cercanía o el tratar de ocupar el mismo espacio a través de las sensaciones, sin olvidar esta conexión con la memoria emotiva, sin perder esta cualidad de esta pulsación,  ritmos y los sonidos a través de sus propios cuerpos. 
 

Ocurre también esta sinergia entre lo que se dice y lo que se ve, se confronta y se funde en este infalible diálogo entre la fisicalidad y el flujo de energía del movimientos complementado a estas someras texturas dramáticas de cierta teatralidad y bajo estos tonos que van desde lo emotivo, lúdico y poético, a pesar de crear atmósferas contemplativas de belleza, se denotan algunas carencias en su factura y altibajos en algunos momentos, a  pesar de un buen nivel técnico y la calidad en la interpretación lo que distingue a esta compañía de danza bolivariana.

Y es precisamente se suscita esta convicción, esta capacidad de ser empáticos de una forma afortunada, gracias a estos puntuales diálogos en movimiento hechas historias que sin mas enganchan de ipso facto para hacer este clic con el espectador que en momentos aplaudía ante algunas escenas y quien también  lo agradeció no solo con un gran aplauso y bravos al tener como testigo este centenario recinto del Teatro de la Paz.

En general una obra que cumple y sale a flote por sus recursos visuales e imaginativos propuestas por esta compañía dancística creada en 1976 en aquellas tierras sudamericanas, quien le apuesta y asume el riesgo sin cortapisas a esta diversidad de lenguajes.

Así como pisar fuertemente con el pie derecho en su primera visita a estas tierras de Lila López como diría la Mtra. Patricia Aulestia.

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