Por Arq. Jesús García Rojas:
Los mexicanos somos muy lentos, fuimos el primer país de América que llevo a cabo una revolución que demandaba “Sufragio Efectivo Y No Reelección”, no hemos logrado plenamente el sufragio efectivo y hemos vuelto a la reelección después de más de un siglo.
Vivimos una dictadura de partido de más de 70 años, en el años 2000 se dio la anhelada alternancia con resultados desalentadores durante doce años, que no estuvieron a la altura de las expectativas que había despertado, volviendo al poder el mismo partido y siendo cada día más frecuente que se cuestione la democracia representativa mexicana, el que los ciudadanos observen que regidores, diputados locales, federales y senadores, son muy caros, no dan resultados, no nos representan, se representan a sí mismos y a sus partidos, no a la sociedad.
Vivimos una dictadura de partidos, una partidocracia, aunque hay quienes la defiendan como Roger Batra que: “considera esto una exageración auspiciada por los medios de comunicación y una actitud antidemocrática que se expresan en nombre de una ciudadanía ilusoriamente unida, pero en realidad la ciudadanía se encuentra partida en fragmentos, y los pedazos suelen convertirse en partidos. Sin ellos no hay democracia”, me pregunto: ¿cómo puede haber democracia si no se confía en los políticos ni en los partidos?, es una democracia simulada o absolutamente imperfecta.
Sin embargo es un hecho que ellos deciden por nosotros y toman decisiones en contra de nosotros, cabildean y legislan a favor de grupos de interés, alejados de la sociedad, lejos de la realidad nacional, y por si no fuera suficiente esta realeza mexicana, recientemente se auto aprobó la reelección de alcaldes y diputados, hasta por nueve años.
Adicionalmente si bien ya existían siete franquicias de partidos políticos (PAN, PRI, PRD, PT, PE, MC, NA), se acaban de aprobar otras tres nuevas (MORENA, PH, EC), ampliando la oferta a diez, pero poca satisfactoria en ideales y principios para la sociedad y todos se financian con recursos públicos, con recursos fiscales, con los impuestos cobrados a todos.
Esto en el 2014 según el INE nos costara 3, 925 mdp, sin incluir los tres partidos de reciente creación; por cierto, el costo por voto en julio del 2012 fue de 28 dólares, siendo de los más caros del mundo.
Quienes nos gobiernan dicen que fueron elegidos para eso para gobernar, por lo tanto dicen que no necesitan consultar las decisiones que toman, como comprometer los bienes públicos, en asociaciones público privadas, concesiones o los proyectos que emprenderán con recursos públicos, vemos como presidentes de colegios de profesionistas, sindicatos, consejos y cámaras empresariales no son contrapeso alguno, están al servicio del gobierno en turno a cambio de privilegios y canonjías, medios de comunicación controlados y disciplinados vía publicidad oficial, se imponen e informan de decisiones, lo tomas o lo dejas, si se oponen, se amenaza con la perdida de los recursos federales que generosamente aporta el gran tlatoani del centro, cuando por derecho les corresponde a las entidades federativas, no se consulta, ante una sociedad sumisa, conformista y resignada, que tímidamente reacciona y tiene pocas vías para manifestar sus inconformidades, como su núcleo social más cercano, algunos medios independientes, las redes sociales que sirven como catarsis colectiva y las organizaciones no gubernamentales, ya que no confía en los partidos ni en los políticos, persistiendo la impunidad.
Comúnmente mal usan los políticos La palabra socializar, cuando simplemente informan sobre una decisión ya tomada, cometiendo graves errores, hasta llegar a lo Inconcebible de planear y realizar obras publicas sin consensos ciudadanos, consulta, participación y debate alguno.
En este sistema perverso, quienes valientemente se atreven a disentir, los difaman sus propios colegas, los políticos los califican como enemigos del progreso y del desarrollo, son vistos socialmente mal y se les consideran políticamente incorrectos, aunque el tiempo invariablemente les concederá la razón.
No hay duda, si queremos ser mejores, necesitamos ser también mejores ciudadanos, ser más solidarios y responsables, no estar ilusoriamente unidos como nos dice Batra, quitarse la apatía y participar desde nuestras organizaciones sociales más elementales, ejercer sus derechos, pensar mejor nuestro voto, elegir con mayor cuidado que partido y quien te representa y a ambos exigirles resultados.
Arq. J. Jesús García Rojas A.
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