Fotos: Cortesía Karla Rodríguez Torres.
Por: Roberto A. Valenciano Capín
Sin lugar a dudas, uno de los pocos festivales que ha llegado plenamente a sus veinte años bajo el eco de esta icónica ave fénix, símbolo de la existencia eterna de la danza es como se festejó este polisémico danzarque indudablemente le ha dado sentido y permanencia a este festival yucateco Oc`-Ohtic-lo bailamos, lo danzamos-.
En donde no solamente la ciudad de Mérida se llenó de danza por más de nueve días, sino también ese dio este proceso de virulizar la danza a cuatro municipios: Puerto Progreso, Valladolid, Izamal y Motul, así como el Centro de Readaptación Social de Yucatán, el Museo Fernando García Ponce-MACAY y sus tres teatros principales: el Teatro Armando Manzanero, el Teatro Peón Contreras, el Teatro Daniel Ayala.
En esta vigésima edición logro albergar a dieciocho agrupaciones nacionales, así como a dos internacionales, una española y una francesa.
Al tener la participación de las compañías Contempodanza , Tándem Cía de danza, Delfos Contemporánea, Antares Danza Contemporánea, La Manga Video y danza, Compañía Vicente Silva Sanjinés, Angulo Alterno, Cuatro x cuatro artes escénico contemporáneo, Galia Eibenshutz, Dramadanza, La Cebra Danza Gay, Alsurdanza Contemporánea, Tatzudanza, Compañía de danza Clásica de Yucatán, Créssida Danza Contemporánea, Grupo de Talentos de danza contemporáneo del CEBA, Mákina de Turing, Tumakat Danza Contemporánea, Nómada Danza-Teatro de España y Hervé Koubi de Francia.
Un festival que se destacó por la cuidadosa curaduría, un aspecto que muchas de las veces se suele descuidar en celebraciones de este tipo, de ahí tener una plena coherencia.
En donde las funciones se caracterizaron no solo por esta exploración del lenguaje del movimiento sino también por ofrecer esta diversidad que van desde perspectivas arriesgadas hasta el flujo del sentir y disfrutar la danza en sí misma, dando como resultado, funciones atractivas y convocadoras, tanto a un público no conocedor como también el conocedor, además de los interesantes conversatorios con los grupos participantes.
Un festival que se destacó por la cuidadosa curaduría, un aspecto que muchas de las veces se suele descuidar en celebraciones de este tipo, de ahí tener una plena coherencia.
En donde las funciones se caracterizaron no solo por esta exploración del lenguaje del movimiento sino también por ofrecer esta diversidad que van desde perspectivas arriesgadas hasta el flujo del sentir y disfrutar la danza en sí misma, dando como resultado, funciones atractivas y convocadoras, tanto a un público no conocedor como también el conocedor, además de los interesantes conversatorios con los grupos participantes.
“El Festival Oc' - Ohtic se ha convertido en una referente importante de la Danza Contemporánea no solo en Yucatán, sino en la península,... siendo este un escaparate anual de las compañías más renombradas a nivel nacional" comenta la Mtra. Tatiana Zugazagoitia.
Con muy buenos resultados, las agrupaciones encontraron un ámbito benéfico debido a la curaduría que mostró una idea clara en la consecución de objetivos que van desde aquellas compañías que experimentan y se ponen en riesgo, así como la implementación de discursos que se alejen de lo canónico.
Cabe mencionar que la participación internacional mostró un alto nivel en contenidos e interpretación. Al romper con esta infalible inercia de que todo lo que llegaba del exterior merecía admiración, esto no sucedió más al quedar de manifiesto el nivel de las propuestas nacionales.
Como preámbulo a esta fiesta de la danza se realizó el lobby del teatro Armando Manzanero, la inauguración de la exposición de piezas fotográficas que plasman el proceso creativo en cuanto a la imagen bajo este manto del Ave Fénix, siendo la imagen en esta vigésima edición por el maestro, bailarín y coreógrafo, José Rivera Moya.
Como preámbulo a esta fiesta de la danza se realizó el lobby del teatro Armando Manzanero, la inauguración de la exposición de piezas fotográficas que plasman el proceso creativo en cuanto a la imagen bajo este manto del Ave Fénix, siendo la imagen en esta vigésima edición por el maestro, bailarín y coreógrafo, José Rivera Moya.
A partir de la construcción de paraísos es el tema central de lo que ofrece Contempodanza de la Mtra. Cecilia Lugo, quien invita a crear y compartir tres visiones a los coreógrafos, Leticia Alvarado, Miguel Mancillas y Juliana Fesler, quienes de manera reveladora invita al cuestionamiento de no solamente dónde se encuentra estos paraísos, sino como son concebidos y a la vez compartidos.
Bajo la pauta de dichas coreografías y a partir de estar creadas como obras de gran formato. A partir de estas perspectivas creativas se desentraña esta trilogía, la cual da inicio con la propuesta de la coreógrafa Leticia Alvarado quien a través de "adentro Paraíso" crea y detona estos interludios para darle la puntualidad a estos hechos significativos en esta visión llena de plasticidad, armonía, la plenitud manifiesta en todos sus sentidos de esta manifestación de ¿quiénes somos?, sin más se contraponen a este antiparaíso propuesto por Miguel Mancillas con su " Cristalino, noveno cielo" a través de un discurso intimista, en momentos provoca que se sucumba en esta marisma de extrañamiento, que sin mas conlleva a este infalible camino que detenta y a la vez subraya la vulnerabilidad no solo de una realidad un tanto dolorosa sino también a estos momentos en que se exilia los sueños, los deseos y la posibilidad del amor en el estado mismo del ser humano. En donde la dualidad el bien y el mal siempre juegan sus cartas y te ponen en incertidumbre.
Esta no prevalece como constante en la obra de la Mtra. Cecilia Lugo con su obra " En la piel de la memoria", una la exploración en el hallazgo mismo, en donde esta evoca este hilo lleno de esta sutileza, fragilidad, una depurada estética en movimiento, en conjunción con este poder expresivo para de-construir discursos significativos sobre la condición humana, además de confortar una parte de su historia hecha danza.
Para ser contrapesada por esta propuesta y búsqueda escénica singular de Juliana Fesler con su " Breve Intuición", quien través de este interludio escénico pone en jaque todo lo anterior propuesto, traza más bien a partir de esta concepción de paraíso a partir de la reflexión utópica de este anhelo hacia donde nos lleva el futuro y a donde secretamente quisiéramos volver.
Con un discurso corporal que combina puntualmente el humor con este sentido optimista, pero con grandes dosis de incertidumbre, la cual es bien resuelta por los bailarines a partir de esta premisa de la espontaneidad e improvisación sustentada en esta faceta meramente teatral, en donde lo posiblemente inverosímil se vuelve verosímil.
Sin más, se trata de un singular viaje que tiene como let motiv la vida del creador Van Gogh, en donde la coreógrafa Leticia Alvarado revela no solo este universo a través de un lenguaje contundente de imágenes, sino de un lenguaje de movimiento radicado en el poder del cuerpo, en la vitalidad de los bailarines y las posibilidades físicas del ser humano que busca transitarlas en varias directrices que van desde este paralelismo entre el diálogo entre el interior del creador y el universo creado, para transponer la creación, converger y a la vez reconocerse en esta infaliblemente invitación a ser parte de este requerimiento de todos los sentidos.
Gracias al vuelo de los girasoles a cargo de la compañía Tándem, Cía de danza.
Un Teatro Peón Contreras que fue testigo de una pieza coreográfica dueña de una sorprendente dramaturgia rica en matices y sostenida a pesar de requerir de los espectadores, aunado a ser una unidad tanto en lo escenográfico como de iluminación.
A pesar de ser una obra creada para acercar a un público infantil, irremediablemente trasciende a quien está dirigida, para volverse una lectura sin concesiones, que a la vez busca y requiere no solo de todos los sentidos, sino de estos impulsos que contagian su alegría a ser parte de este imaginario, de esta ensoñación, de esta búsqueda de identidad que van de la mano con una propuesta dancística ágil y llena de plasticidad, sustentada en este tradicional obra de Lewis Carroll.
De ahí que este remontaje de la coreografía de "El tiempo en las orejas largas" por la compañía yucateca de Alsurdanza Contemporánea, logra imprimirle con puntualidad esta pulsación, energía, vitalidad y magia, gracias a este imaginario de su re-creador, Jaime Camarena.
De esta manera ha dado inicio este danzar que lo bailamos y lo danzamos.
Continúa....
Gracias al vuelo de los girasoles a cargo de la compañía Tándem, Cía de danza.
Un Teatro Peón Contreras que fue testigo de una pieza coreográfica dueña de una sorprendente dramaturgia rica en matices y sostenida a pesar de requerir de los espectadores, aunado a ser una unidad tanto en lo escenográfico como de iluminación.
A pesar de ser una obra creada para acercar a un público infantil, irremediablemente trasciende a quien está dirigida, para volverse una lectura sin concesiones, que a la vez busca y requiere no solo de todos los sentidos, sino de estos impulsos que contagian su alegría a ser parte de este imaginario, de esta ensoñación, de esta búsqueda de identidad que van de la mano con una propuesta dancística ágil y llena de plasticidad, sustentada en este tradicional obra de Lewis Carroll.
De ahí que este remontaje de la coreografía de "El tiempo en las orejas largas" por la compañía yucateca de Alsurdanza Contemporánea, logra imprimirle con puntualidad esta pulsación, energía, vitalidad y magia, gracias a este imaginario de su re-creador, Jaime Camarena.
De esta manera ha dado inicio este danzar que lo bailamos y lo danzamos.
Continúa....
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